Invertir en Fintech es una buena oportunidad

Porque funciona. Las recientes tecnologías financieras, o Fintech, sólo son un buen puñado de herramientas y métodos que hacen la vida más sencilla al inversor. Pero además, las Fintech posibilitan una nueva forma de entender la gestión del dinero, la inversión y la financiación de proyectos. Por regla general, las fórmulas de financiación alternativas que promueven las Fintech son más transparentes, más comprensibles, más fáciles de gestionar y más veloces que la financiación a través de la banca.

Problema de financiación

El recorrido habitual de la financiación pasa por los bancos, así nos lo han contado durante siglos. Nos hablaron de liquidez, de garantías y de la tranquilidad de contar con la experiencia del banco para solucionarnos los problemas de nuestras PYMEs. Pero no nos dijeron qué pasaría cuando el banco cerrase el grifo de la financiación. Eso se lo ahorraron. Ahora lo sabemos: cuando el banco no presta dinero, las empresas que lo pasan mal cierran y las que tienen todo para iniciar la actividad, salvo el capital, no abren. Es lo que pasa cuando el 80% de la financiación de las PYMEs depende de lo que diga la banca. El banco tiene el poder para que la economía fluya o se estanque, y en estos últimos años ha facilitado el estancamiento.

Pero esta dependencia de la gran banca ha terminado gracias a las fórmulas alternativas de financiación que posibilitan las FinTech. Si una PYME quiere dinero, ahora puede pedirlo sin esperar a que el banco dé su visto bueno. Cómo lo haga, bien a través del crowdlending, del crowdequity, del crowdfactoring o incluso del crowdfunding, es secundario, lo verdaderamente importante es que si una PYME quiere dinero, ahora puede conseguirlo.

Falta de confianza en el modelo establecido

Por si fuera poco, al modelo tradicional del “pídeselo al banco” le están saliendo grietas. Procesos oscuros, comisiones arbitrarias, tarjetas black, inversiones suicidas disfrazadas como oportunidades… Todo esto está pasando factura a la confianza en la gran banca y las primeras consecuencias ya empiezan a aparecer: uno de cada tres millennials estadounidenses cree que no necesita un banco; y dos de cada cuatro piensan que sus bancos no ofrecen nada distinto a lo que ofrecen otros bancos. La gente empieza a desconfiar de la banca, la esperanza está en los gigantes tecnológicos y en las FinTech.

Apoyo de las instituciones

No hace falta irse a Reino Unido para encontrar un ejemplo de institución pública que usa el crowdlending para sacar proyectos adelante, aunque siempre conviene recordar los 95 millones de euros que el gobierno británico canalizó a través de plataformas de crowdlending para apoyar a las empresas en 2014. Más cerca, en España, la Agencia de Competitividad para la Empresa de la Generalitat de Catalunya (ACCIÓ) fomenta el crowdlending como vía para conseguir inversión.

Este apoyo institucional también podemos verlo en la flamante Ley del crowdlending, oficialmente Ley de Fomento de la Financiación Empresarial, un marco regulatorio que combina derechos y garantías para los inversores con deberes y obligaciones para las plataformas. Una ley que se ha valorado como ejemplar por la Autoridad Bancaria Europea.