Con blockchain ya puedes comprarle energía solar a tu vecino si vives en Brooklyn

 

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Instalar paneles solares en tu tejado y autoabastecerse de energía es un nivel. Comercializar el exceso de producción es otro. Y en Brooklyn eso ya es posible. ¿Cómo? Gracias a la tecnología blockchain (en español, cadena de bloques) y a PayPal. Esto es lo que ocurre: filas de paneles solares instalados en los tejados de los edificios de President Street. Las instalaciones de energía solar hacen su trabajo mientras están conectadas a ordenadores que van registrando cuántos electrones genera cada una, cuántos se consumen o cuál es el excedente. Y así, sin más, ya tenemos una pequeña red de distribución de energía verde en la ciudad de los rascacielos. Más ambiciosa que la instalación de una caldera de biomasa en el sótano de tu casa pero del tamaño de una hormiga en comparación con las macro instalaciones de generación de energía que dominan el panorama actual. ¿La medida ideal? Lo vemos más tarde.

Technología Blockchain para revolucionar el sector de le energía

Lo verdaderamente importante aquí es que por primera vez se está usando la tecnología para revolucionar un sector que hasta ahora quizás no había sabido aprovechar todo su potencial y las posibilidades que se le presentan. Si bien el mundo de las finanzas ya hace tiempo que se sumó al carro tecnológico, a través de lo que algunos denominan el ‘Fintech’, parece que la energía es un dinosaurio al que le está costando realizar la transición ‘Energytech’, un concepto que podría tener su origen en iniciativas como la neoyorquina. Sobre todo en lo que respecta a la parte de la distribución de la energía, la tecnología blockchain va a tener mucho que decir en los próximos años para romper el modelo centralizado hegemónico en estos momentos.

 

Expliquemos la parte más compleja del proyecto: Todas estas informaciones que absorben los ordenadores de la instalación solar se graban en un fichero que está duplicado en miles de ordenadores anónimos, formando una especie de libro de contabilidad digital que se va actualizando de manera sincronizada en todas las máquinas donde está compartido en solo unos segundos. Y una vez introducida la información, es imposible borrarla. Como son tantos los soportes, si uno se retira, no hay problema.


Y aún hay dos detalles importantes más:
por un complejo proceso criptográfico, los datos de la blockchain no pueden falsificarse. Y no se compromete la privacidad porque los detalles concretos de las transacciones no son públicos: solamente se registra que un evento en cuestión ha tenido lugar y que lo ha hecho correctamente. Hasta aquí la parte de programación.


Volviendo al caso de Brooklyn, lo que han hecho estos vecinos ha sido
utilizar el potencial del software que hay detrás de Bitcoin -el que ellos usan se llama Ethereum– aplicándolo al sector de las energías renovables. Un enfoque novedoso, porque hasta hoy era aplicado mayoritariamente al sector de las finanzas. Y parece que les va bastante bien. En abril se realizó la primera prueba confirmando el pago usando la tecnología blockchain y a través de PayPal: la primera transacción de pago peer-to-peer de energía en los EE.UU.

 

La puerta abierta a una descentralización de las redes de distribución de energía

Los responsables del experimento de President Street son una startup llamada TransactiveGrid, una empresa formada por ConsenSys, que aporta la parte técnica, y L03 Energía, que aporta la parte del desarrollo de proyectos relacionados con el mundo de la sostenibilidad. De salir bien, y no tiene porqué ocurrir lo contrario, podemos estar asistiendo al futuro de la comercialización de energía. Con este proyecto piloto se abre la puerta a una descentralización de las redes de distribución de energía hacia nuevo sistema en el que el poder lo tendrán los consumidores y disminuirá la dependencia de las grandes corporaciones. Sin contar con el protagonismo que recibirán las energías renovables, el coste de la energía se podrá reducir, al no intervenir tantos intermediarios.

 

Al principio del artículo nos preguntamos: ¿Son mejores las redes de distribución de energía más pequeñas? Lo que es innegable es que tienen muchas ventajas. Además de los beneficios apuntados de la bajada de costes y el empujón a la generación y consumo de energías verdes como la solar, hidráulica, eólica o por biomasa, por citar unas cuantas, está la seguridad. Al ser microrredes, en caso de fallos técnicos o desastres naturales están mucho más protegidas y son de más fácil acceso para su reparación. Importante es también resaltar que pasar a depender energéticamente de una gran corporación a una pequeña comunidad es positivo en el sentido de que la disponibilidad de la energía no está condicionada ni por la geopolítica internacional ni por los gobiernos que presidan los países .

 

Este modelo no está exento de riesgos, sin embargo. El principal es que muera de éxito, es decir, que la demanda supere de largo a la oferta, sobre todo en períodos en el que el clima no sea favorable para la generación de energía. Hay que tener en cuenta además que en los núcleos urbanos la concentración de la población es elevada y el espacio disponible para instalaciones de energías renovables limitado. Ante esta dificultad se pueden optar por varias soluciones: por un lado, no es necesario hacer un salto completo de un modelo a otro, sino que ambos pueden convivir sin que la dependencia sea total. De esta manera tendremos mayor seguridad de que no perderemos los privilegios energéticos a los que estamos acostumbrados.

 

Por otro lado, no es recomendable limitarse a una fuente de energía solamente, porque está muy condicionada por la climatología. Combinar la solar, la eólica o la generada por biomasa, por ejemplo, equivaldría a diversificar los riesgos cuando se invierte el dinero. En el caso de Brooklyn, se ha comenzado por energía solar seguramente porque los costes de implementación de estas instalaciones son más bajos, combinado con el espacio disponible. Quizás en una primera fase de test está bien pero si se quiere conseguir redes de mediano tamaño no hay que quedarse en la energía solar.

 

La revolución tecnológica ha jugado un papel fundamental en la mejora de la producción energética (sobre todo de las renovables) y en la mejora de la eficiencia energética en los últimos años. Ahora es el momento de que la tecnología ayude también en la distribución y comercialización de la energía. Poniendo en el centro a las personas y consiguiendo que éstas sean a la vez productores, consumidores y comercializadores, se consigue caminar hacia un modelo de proximidad y responsabilidad con el medio ambiente.

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