A pesar de que los objetivos de la UE nos marcan la urgente necesidad de reducir el consumo de energía, el volumen de inversión en proyectos de eficiencia energética no ha despegado de la misma forma que, por ejemplo, lo ha hecho en el caso de la financiación de las energías renovables.

Y es que, a menudo, los políticos pasan por alto el hecho empírico de que invertir en eficiencia energética es la manera más rentable y racional de reducir las emisiones de CO2.

Este hecho quedó claramente demostrado en el primer ‘Buildings Day’ at COP21, que fue una gran ocasión para generar una mayor colaboración hacia el fomento de la eficiencia energética. En esa jornada confluyeron las diversas iniciativas que ya hay en ese sentido, buscando lograr un mayor tamaño y un ritmo más rápido de actuación. No en vano cerca de la mitad de las emisiones de CO2 en Europa provienen actualmente de los distintos tipos de edificios existentes.

Las jornadas de París sirvieron para fortalecer esta creciente corriente de colaboración, que se inició a principios de año a raíz del informe de Energy Efficiency Financial Institutions Group (EEFIG), con el que se exploraban nuevas fórmulas de financiación para las inversiones en eficiencia energética.

A pesar de todo, ha quedado pendiente de encontrar una fórmula de financiación efectiva y aplicable de forma general, ya que la rigidez de las estructuras organizativas de las instituciones financieras tradicionales lo ha impedido.

Y es que el abanico de sectores en los que la eficiencia energética es aplicable es mucho más amplio que la tradicional oferta de productos financieros del sector bancario. Ahorrar energía es posible en sectores como los edificios existentes de todo tipo, las infraestructuras, y hasta los hospitales, y es por eso que al ser las posibilidades tan grandes cuesta encontrar un único modelo de financiación para la eficiencia energética.

Y todo esto nos lleva de nuevo al concepto de colaboración. La introducción de la Directiva de Eficiencia Energética de la UE en 2012, y el lanzamiento de la Estrategia Marco de la UE este mismo año, ofrece importantes oportunidades, y la colaboración es la clave para poder desbloquear todo ese potencial.

Para poder llegar a movilizar un volumen de inversión significativo, es necesario que exista una estrecha cooperación entre la financiación privada, la banca y los responsables políticos. Y, como dato positivo, parece ser que los promotores de las inversiones y los políticos están comenzando a trabajar conjuntamente y manteniendo las conversaciones adecuadas.

Un factor que ha ido frenando hasta ahora las inversiones en eficiencia energética es la falta de confianza en que estas inversiones se puedan recuperar, así que hacen falta nuevos instrumentos para demostrar que es posible. Una iniciativa en este sentido es la versión europea de un proyecto del Fondo de Defensa del Medio Ambiente de los EE.UU., denominado “Confianza para el inversor”, y que está trabajando para construir un mercado de «proyectos para inversores responsables» y que podría ser un punto de inflexión en este sentido.

Todo lo hasta aquí explicado encaja muy bien con el enfoque que hacemos en ECrowd! con los préstamos colectivos de impacto positivo. Queremos contribuir a la transición hacia un futuro bajo en carbono a través de la economía colaborativa, y estamos convencidos de que las inversiones colectivas para financiar el ahorro de energía son la mejor forma de hacerlo.

En los próximos años, las empresas van a dedicarse cada vez más a invertir en eficiencia energética tanto para reducir sus costes como su huella de carbono, y a nivel financiero se abre una gran oportunidad para financiar todos esos proyectos. La inversión en eficiencia energética va a jugar un papel fundamental para el avance hacia un sistema energético más competitivo, seguro y sostenible.

Y el reciente acuerdo de París nos confirma que vamos en el camino correcto.

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